Un día más vuestros deseos son órdenes y aquí está la receta de la semana. Últimamente tenía abandonado este tema y parecía que lo echabais de menos. Volvemos a la carga con una receta sencilla, que cuando la probéis no querréis otra. ¿Habéis probado alguna vez la pasta fresca? Si lo habéis hecho sabréis que nunca más comeréis la clásica pasta con la misma gana. Pero, ¿y si os dijera que es posible hacer la pasta fresca de manera más saludable con harina de espelta?
Hace un par de meses que me di a la pasta fresca, desde entonces he sido incapaz de volver a cocinar pasta al uso. Pero hace un par de semanas mi amiga Eva me invitó a comer pasta fresca casera, y ahí ya si que no hubo vuelta atrás. Ya no concibo comer otro tipo de pasta que no sea la pasta fresca. ¿Aún no la has probado? ¡No sabes lo que te pierdes!
En casa de Eva hicimos pasta fresca con harina de trigo normal, pero desde el minuto uno estaba deseando experimentar con la harina de espelta, un básico en mi día a día. Así que cuando volví a casa y tocaba volver a comer pasta no me lo pensé, manos a la obra y ¡hola pasta fresca de espelta! ¿El resultado? ¡Te lo dejo aquí! Pero primero coge libreta y lápiz que vas a querer guardar esta receta.
Ingredientes para la pasta fresca
Los ingredientes están calculados para una persona, que para mi entender come bien, normal. Si quieres hacer para más personas solo tienes que multiplicar por los comensales, es lo más fácil.
- 1 huevo mediano
- 100g de harina de espelta integral
- 1 chorrito de AOVE (en gramos unos 3-4 gramos)
- Un poco de agua (esto no lo puedo medir)
- 1/2 cucharadita de sal
Elaboración
Yo odio manchar la encimera, así que lo he empezado a hacer en un bol grande. Ponemos la harina dentro del bol (o la encimera) hacemos un volcán y dentro ponemos el huevo batido y el aceite. En los bordes del volcán ponemos la sal. Con la ayuda del tenedor vamos mezclando poco a poco el huevo+aceite con la harina.
Una vez conseguimos más o menos la masa, necesitaremos añadirle un poco de agua para que amase y no se desmigue. Yo me fui mojando las manos poco a poco para amasar la masa y así ir añadiendo poco a poco el agua que podía necesitar. Una vez conseguimos una bola elástica y bien amasada la envolvemos en film y la dejamos reposar al menos una hora en la nevera.
Pasada esa hora en la nevera, sacamos la bola, ponemos harina en la encimera y empezamos a estirar. Tenemos que conseguir una capa de masa fina, que no se rompa. Así que hay que trabajar bien la masa e ir estirando por todos los lados, cuanto más larga y recta sea la masa mejor.
Una vez tiene el grosor adecuado, ponemos un poco más de harina a la masa para que no se pegue cuando la doblamos. Yo la doble varia veces para poder cortarla y que los tallarines salieran lo más rectos posibles. Cuando tenemos la masa doblada la empezamos a cortar en tiras 1/2 centímetro (aunque esto va al gusto). Cuando los vamos cortando vamos estirando el tallarín y lo vamos colgando en una percha (si no tenemos un tendal de pasta).
Desde que tengamos “tendidos” todos los tallarines los dejamos secar una media hora larga, o incluso un poco más. Pasado este tiempo ponemos el agua a cocer. Cuando el agua hierva añadimos los tallarines junto con un poco de saly los cocemos por 2 minutos. Al ser pasta fresca con este tiempo será más que suficiente.
Cuando los tallarines estén listos, les quitaremos el agua (como si fuera pasta normal) y les añadimos la salsa e ingredientes que hayamos elegido. ¡Ahora solo te queda disfrutar de tu plato de pasta fresca! ¡Ah! Y asumir que nunca más querrás comer pasta “seca”.
¡Feliz viernes! 😉